pateando-tarazona Leyendas
de Tarazona
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Tarazona
no recula |
Tarazona
no recula De la vieja iglesia parroquial de San Miguel, en Tarazona, salía, brillante, ufana, la procesión, encabezada por el sacristán con la cruz parroquial alzada y seguido de una larga hilera de fieles cristianos, cerrando la procesión el corregidor de la ciudad. Intercaladas, banderas, estandartes, imágenes El corregidor había marcado el itinerario de la procesión y el sacristán, obediente, iba guiando la comitiva. Pero he aquí que entró en una calle sin salida. Paróse el sacristán y tras él, paulatinamente, la comitiva. El corregidor preguntó a voz en grito que qué pasaba, y le dijeron cuál era la causa, y que la procesión debía recular para dirigirse de nuevo a la iglesia. -¡Cómo! -exclamó con airado acento-. ¡Cómo volver atrás! ¡Ni por nada ni por nadie! ¡Tarazona no recula aunque lo mande la bula! -y ordenó el asalto a la tapia. Arrojando estandartes, pendones e imágenes de santos por encima de la tapia, y tras ellas los fieles, la procesión se reorganizó en el otro lado, siguiendo su curso.
La calle en cuestión es ésta . San Atilano , por
donde sube el amigo Lechugo después de dar cuenta de las suculentas
migas
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